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lunes, 10 de abril de 2017

MOCOA, SOLIDARIDAD Y CAOS INSTITUCIONAL



Por: Heyman Bolaños López

Tras la avalancha que arrasó gran parte de Mocoa y dejó cientos de familias damnificadas, la solidaridad de los colombianos y extranjeros no se hizo esperar. Grandes cantidades de alimentos y agua comenzaron a llegar a los albergues temporales dispuestos por las autoridades, para que fuesen distribuidos entre la población afectada.

No obstante, una cosa es lo que se puede apreciar en los medios de comunicación y otra la realidad que se vive aquí. Ya ha pasado más de una semana desde el amanecer de ese primero de abril, ya todo está más tranquilo, pero aún se vive entre los escombros, el desconcierto y el olor de la tragedia.

La solidaridad ha sido desbordante. Pasto, por ejemplo, dio un poco más de 222 millones de pesos. Grupos de socorristas nacionales y extranjeros, el ejército, la policía, cuerpos de bomberos de todo el país, integrantes del ICBF y Médicos voluntarios independientes hacen parte del sinnúmero de organizaciones que han hecho su modesto aporte.  Pero es preocupante la desorganización de las entidades estatales, pues todavía no se ha logrado establecer unas rutas precisas para la entrega de las ayudas. En los medios el Gobierno afirma que “todo está bajo control”, sin embargo la situación es caótica y desesperante.

Sin diferenciar las necesidades individuales o familiares las ayudas pueden ser igualitarias pero no equitativas: na madre que quedó sola con 5 niños entre 2 y 8 años no tendrá las mismas demandas que una familia de 3 o 4 personas adultas. Las ayudas médicas, la alimentación, la dotación de colchonetas, etc. llega a los albergues que están oficialmente identificados, pero también existen personas ubicadas en casas de familia, las que también se han convertido en “albergues” temporales. Algunas de estas casas se encuentran en el casco urbano y otras se han desplazado a zonas rurales, y hasta allá no han llegado las ayudas que se brindan en los otros albergues. Algunas autoridades conocen esta situación, sin embargo aún no se logra la coordinación efectiva para darle solución.

La ropa y zapatos se descargan en “montañas” y así se disponen para que la gente “escoja” lo que le puede servir. Gran parte de estos objetos no está en buenas condiciones y otra no es de utilidad, pues Mocoa tiene un clima caliente y húmedo, y las altas temperaturas no permiten el uso de prendas como chaquetas o sacos de lana.


Durante las jornadas médicas, se encontraron personas que se acercaban a dar información de los albergues improvisados o “casas albergue”, solicitando el apoyo con jornadas de salud y medicamentos para niños, ancianos y personas con afecciones respiratorias, en piel y enfermedades diarreicas, así como también apoyo con vacunas y víveres. Urge el registro oficial y la atención de las “casas albergue” no oficiales, un sistema de información adecuado y oportuno y articulación entre las entidades para que las ayudas cubran de manera efectiva a toda la población.

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